jueves, 2 de julio de 2015

¡Me baño y me visto solito!

Giraffe te acompaña en el crecimiento de tu hijo, acá te dejamos un artículo que de seguro te gustará





Después de los 6 meses de nacido: los niños se pueden bañar en la ducha con sus padres, convirtiéndose en una actividad agradable tanto para el niño como para los adultos. 
Después de los 2 años: es necesario iniciar distintos hábitos en los pequeños, para que empiecen a sentirse seguros, disfruten de su imagen corporal y cuiden de su cuerpo.
“Hacia los 2 años les resulta más fácil desvestirse que vestirse, pero obviamente hace parte del mismo proceso; de manera rudimentaria pueden lavarse la cara, las manos, los dientes.  
Entre los 3 y 4 años empiezan a conocer sus genitales y partes íntimas para iniciar su higiene, en compañía de sus padres o cuidadores, tratan ya de abotonar, subir cremalleras y ponerse otras prendas.
Entre los 4 y 5 pueden ir solos al baño y limpiarse, ya saben la diferencia entre derecha e izquierda, de manera que los zapatos ya se los ponen correctamente; distinguen si la ropa está al derecho o al revés. Se ponen, sin ayuda, la ropa interior y empiezan a amarrarse los zapatos, aunque no perfecto, pues por el desarrollo motor esto aún está sin completarse; no consiguen hacer bien los nudos. A esta edad todavía necesitan supervisión para bañarse. 
Hacia los 5 a 6 años se debe enseñar el baño en forma ordenada, desde la cabeza con champú, y el resto del cuerpo con jabón y esponja. Y se debe promover, además, el cambio de ropa diario. 
 “El gran reto es hacer un acompañamiento adecuado. En todos los casos, es importante que los padres se conviertan en ‘modeladores’ de la conducta de sus hijos, sobre todo cuando se trata de adquirir hábitos. 
En este sentido es necesario alentarlos, felicitarlos cuando lo hacen bien y corregirlos cuando cometen errores, pero siempre de manera armónica. Y, obviamente, entender que todo es un proceso y los logros se irán alcanzando según la edad del niño y su etapa de desarrollo. 
Sin darnos cuenta… 
Bañarse y vestirse solo, además de ser un acto de independencia, les permite a los niños desarrollar las siguientes habilidades: 
 - Motricidad fina: abotonar, amarrar cordones, subir cremalleras, ponerse un cinturón, etc. 
 - Coordinación ojo- mano, en hábitos como cepillarse los dientes, aplicarse el champú. 
 - Seguir instrucciones y hacerlo en un orden determinado; por ejemplo, ponerse las medias, luego los zapatos. 
 - El pensamiento lógico y el conocimiento del propio esquema corporal también se ven beneficiados.

Apoyado del blog ABC del bebe.

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